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Los cinco pasos

El plan Inmersos en Cristo te desafía a profundizar tu relación con
Jesucristo... y utilizar esa relación como base para un viaje de toda la vida.
cristiano

El primer paso es elegir hacer de Jesucristo como Salvador un participante activo en todo lo que haces.

Discípulo

El segundo paso es elegir llevar una vida caracterizada por la reflexión sobre el mensaje de Jesús.

Profeta

El tercer paso es elegir hacer que todo en tu vida y estilo de vida dé testimonio de Cristo.

Sacerdote

 

El cuarto paso es elegir mediar la vida de Dios a los demás.

Rey

 

El quinto paso es elegir asumir la responsabilidad de establecer el Reino de Dios.

¡Lucha por cinco y cobra vida!

Para ser una “forma de vida”, el cristianismo debe tener tanto efecto en todo lo que hacemos como el matrimonio. Las personas casadas siempre son conscientes, en algún nivel, de su identidad como marido o mujer, madre o padre. Esa conciencia es el punto de partida desde el que abordan todas sus decisiones. Si no está en primer plano en sus mentes, siempre está en segundo plano.

Entonces, si eres consciente de que ser “cristiano” significa entrar en una relación con Jesucristo, eso coloreará tu percepción de todo lo que haces y arrojará nueva luz sobre todo. Tu “religión” no será parte de tu vida. Tu religión será tu vida... y todo lo demás será sólo una forma de vivirla. San Pablo dijo: “Ya no soy yo quien vivo, sino que es Cristo quien vive en mí… ¡Porque para mí el vivir es Cristo!”

Esto no sucede por casualidad. Para que esto suceda, necesitas un plan. "No planificar es planificar para fracasar".

Inmersos en Cristo te ofrece un plan con cinco objetivos: vivir cinco “misterios del Bautismo” que probablemente nadie te enseñó jamás.

Necesitas vivir los cinco. Y todo lo demás que necesitas hacer está incluido en ellos. ¡Lucha por cinco y cobra vida !

Este es un plan que coincide con la oración de San Pablo:

Oro para que tengáis poder de comprender, con todos los santos, cuál es la anchura y la longitud y la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. (Efesios 3:16-18).

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